Cuento Violeta

Un día el brujo Catún se cayó de una escalera. No le dolió mucho, pero le salió un horrible chichón violeta en la frente. Catún era muy coqueto, así que fue corriendo a mirarse al espejo, y al verse machucado, se enfureció y dijo:


¡Qué asquerojérrimo color, me arruinó la cara! ¡Viole-violáceo-avioletado, no quiero verte más por ningún lado! Bastó que dijera esas mágicas palabras para que el color violeta desapareciera no sólo del chichón sino de todas las cosas.

Fue terrible, porque todo se volvió de colores equivocados y la gente andaba muy confundida.




La señora Beti, por ejemplo, fue al balcón a regar las plantas, y encontró que sus macetas estaban llenas de flores amarillas. ¿¡Quién cambió mis violetas por girasoles!?, protestaba por todo el barrio.


Para colmo, Beti tenía una nietita que se llamaba... Violeta. Sí,
justo como las flores del balcón. La nena estaba intranquila.
Ahora que las flores habían cambiado de color, ¿le cambiarían el
nombre a ella? No le gustaba nada la idea de llamarse “Girasol”.


Todo un problema. Pero a veces los problemas muy difíciles tienen soluciones muy fáciles.


Y si no me creen, escuchen lo que pasó.


Esa tarde, en el jardín de Viole, los chicos estaban todos
sentados. Todos... menos una. Pintaban con témperas de todos
colores... De todos, menos uno. La que estaba levantada era
Violeta, que había ido a buscar un vaso de agua para mojar los
pinceles. Mientras tanto, Martín pintaba de azul un camión con


acoplado. Al lado de Martín, Antonio estaba pintando con rojo
unas manzanas gigantes. Y sucedió que cuando Viole volvió a su
lugar, ¡paf!, tropezó con la silla de Martín, que ¡fáaa! cayó con el
pomo de témpera azul sobre la hoja roja de Antonio. El azul y 
el rojo se mezclaron, y adivinen qué pasó... ¡sí, apareció el violeta!


Los chicos cantaban a coro: Viole-violáceo-avioletado, ahora
volvé a todos lados, y saltaban de alegría. La más contenta era
Violeta, que gritaba: ¡Mi nombre vuelve a tener color!



¿Quieren saber qué pasó con el brujo Catún? Cuando se
enteró de que su brujería había fracasado, se puso violeta
de rabia. Y nunca más hizo desaparecer ningún color.

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